Los recien llegados

No sé si soy racista, creo que no, como la mayoría de los españoles (claro que con excepción de con los gitanos, ahí, si que si...)

Pero..... qué quieres que te diga?. Serán las diferencias culturales, y pesan, pesan bastante.

Hoy terminaron mi instalación de aire acondicionado (el jefe de instalaciones tan encantador como el otro día, no pué sé..). Dos españoles, como el gordo y el flaco, amables, educados, profesionales, qué maravilla. El jovencito se debe pasar el día cabeza abajo, descolgándose por las ventanas, a riesgo de que cualquier día se le rompa una de las cuerdas, o que un gancho no esté bien cogido. Supongo que ganarán mucho dinero, pero no me gustaría que alguien de mi familia se dedicara a eso.

A lo que iba, que encantada de la vida, porque la experiencia con los sudamericanos fue nefasta.

El primero fue el transportista. Tenía que llegar a las 15,30 pero no llegaba. Tarde de trabajo perdida y no llegaba. Llamada tras llamada al centro comercial, de allí al departamento de ventas, de allí al de postventa, y estos al puñetero transportista. Al cabo de varias horas, las 7 de la tarde más o menos, conseguimos localizarle y tranquilamente me contesta que se lo había dejado al portero por la mañana. Qué bien, tres cajas de 70 kilos de peso en la portería, para que yo me lo suba cuando quiera, porque el Sr. Portero no estaba por la labor.

Después de una conversación tranquila por mi parte, pero no por la suya porque solo le faltó jurar en arameo, terminó volviendo a mi casa, cogiendo los cajones y dejándolos en donde los pudieran utilizar los instaladores al día siguiente. Pesaban tan poco que para moverlos tuvimos que arrastrarlos por el pasillo encima de una alfombra, pero eso sí, el bendito lo había intentado, lo de que yo pidiera que me lo entregaran por la tarde le había dado igual, el pasaba por allí y le vino bien soltar los cajoncitos..

Después vino el Instalador, sudamericano también. Hora prevista 15.30 de la tarde, hora de llegada 20.30 de la noche, la disculpa: que me dieron otro trabajito y ya sabe usted (pero podía haber llamado al menos, no? ) y nada podía ser como yo le decía. El cacharrillo de 70 kilos había que instalarlo justo en medio de la ventana, no fuera a molestar a todos los vecinos, o al mecánico que lo tuviese que reparar el día de mañana. El hecho de que me tapase media ventana no era relevante para el Sr. Instalador.

Afortunadamente llegamos a un acuerdo. El dijo que ya era muy tarde para empezar, que mejor otro día, y yo decidi que era una estupenda idea, y así de paso cambiaría de instalador.

Racista o no, lo cierto es que tenemos casi 40 años de diferencias culturales. Para los españolitos, las 15.30 son las 15.30, el cliente siempre tiene razón, y si no queda satisfecho le devolvemos su dinero. La trapallería, la informalidad, etc... empiezan a quedar atrás. Además el Sr. que me pasará la hermosa factura es españolito también, y en sus costes me incluye, como no, un voluminoso departamento de atención al cliente. Si después ahorra en personal, es su problema.

Racista? no, pero poco a poco con la integración y sin renunciar a lo que hemos conseguido. Se tendrán que adaptar.