
Erase una vez una señora casada, buena ama de casa, tradicional, amante de sus hijos y de su marido, que disfrutaba haciendo comiditas,
pasteles para merendar los sábados por la tarde, y que se pasaba también largas horas en la terracita de su chalet, viendo como se ponía el sol, vigilando con el rabillo del ojo a los niños que corrían por el jardín, y haciendo trabajillos manuales.
De vez en cuando le daba a la aguja, el ganchillo, los cuadritos de cristal que se pintaban con laca de bombilla, la cerámica, etc... etc...
Y asi fueron pasando los años, hasta que un día se cansó de todo aquello, plantó la aguja, las comiditas, el chalet y los largos domingos en casa, y lo cambio por cosas como salir a tomar una cerveza con los amigos después de trabajar, asistir a un cóctel para la entrega de no se sabe que premio, ir a la presentación de unos vinos o de un libro, comer y cenar en buenos restaurantes (solo cuando la invitaban claro está), fiestas, saraos, y volver a estudiar.
Y no volvio a coger una aguja, salvo para los malditos bajos de los pantalones que siempre hay que arreglar, o poco más, ni volvio a hacer más trabajos manuales que colgar un cuadro en la pared, arreglar un enchufe, pegar una puerta, etc.. cuando no tenía más remedio porque cualquier cosa menos tener que llamar a un señor para pedirle ayuda. Ni hablar.
Y tan ricamente. Sin echar de menos ninguno de los trabajitos manuales, aunque hay que reconocer que tenían su encanto. Todas aquellas obras maestras están por ahí, en algún sitio, o arrinconadas en un armario. Qué más da.
En esa línea de nueva vida el sábado cumpleaños en casa de mi amiga Ascen con parte de la panda, cachondeo, risas para dar y tomar, alguna tonada con la guitarra de nuestro amigo el cigarra, que es impagable. Un genio del cual alguien algún día tendría que hacer una biografía, pero con sus propias palabras porque si no perdería su gracia. Muy, muy divertida. Hacía meses que no me reía tanto y me vino fenomenal para descargar el estrés de los exámenes que por fin se han terminado.
Y el domingo vuelta al pasado. Visita a unos amigos de CB en un chalecito en la sierra, maravilloso, encantador, romántico, lleno de flores, muebles antiguos, vajillas con encanto, chimenea y calor, calor familiar. La pareja además encantadores los dos. De esas parejas tranquilas, apacibles (aunque hacen un montón de cosas) amables, que te abren su casa y te hacen sentir tan cómoda como si estuvieses en la tuya o les conocieses de siempre. Muy agradable.
Y ella, encantadora mujer, llena de alegría vital y con una filosofía que ya me gustaría a mi alcanzar algún día, empezó a enseñarme sus labores de patchwork. Y me encantó. Fijate que eso no lo había hecho yo nunca y tiene un encanto especial.
Es creativo y nada vulgar. Si, creo que si algún día vuelvo a hacer trabajillos manuales empezaré a hacer patchwork. CB encantado cuando me oye. La ilusión de su vida sería verme quietecita en el sofá, a su lado, mientras él ve una peliculilla y yo dándole a la aguja, tranquilita, sin tanta historia, tanto cóctel, ni tanta fiesta. Je, je, je..... Todo llegará, pero de momento que se lo tome con tranquilidad.
4 comentarios:
Será que la pescadilla se muerde la cola.. En fin; sí está bien frita y es fresca, está bien en la mesa familiar.
Y antes, una sopita; de fideos. Muy hogareña..
Por cierto, ¿y el ganchillo?.
(Esta agresividad, tan masculina, va más contra mí que contra tí)
Creo que el patchwork acaba de tocar tu puerta! No temas, ya no es lo de antes. Ahora vamos a cursos, a encuentros, a expos y concursos, a viajes... suerte!
Je, je, je....
Ya sé, ya sé, si en el fondo a todos os encanta el hogar, los bizcochitos de los sábados por la tarde(prometo invitarte a probar los míos cuando tenga oportunidad), los mantelitos de ganchillo....
Y a mi también me encantan, pero....
ahora no... por tutatis... tengo mucho mundo que ver todavía y muchas personas que conocer para quedarme en casa dándole a la aguja.
Dentro de unos años quizás..., en esa terracita preciosa frente al mar en que daremos paseos juntos
Anapatch. Impresionante tu taller y todo lo que moveis. Pero me dais un poco de miedo, esto es casi como una religión o como el golf. Te metes un poquito, y zas.... ya no piensas en otra cosa. Encantada de saber de ti.
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