
Me encanta la gente inteligente, y si tienen genio y figura, son pelín Don Juanes, etc.. aún más.
Creo que tenemos una sintonía especial. Y aunque no me sirve para gran cosa, me gratifica la compañía.
Hoy me invitaron a comer. Mi apreciado y además amigo D. J. para concretar esa oferta de trabajo que me había hecho el otro día, y que yo había entendido en los siguientes términos:
- Te necesito, y me basta con que me dediques cuatro horas al día, y desde tu casa.... no hace falta que vengas ni a verme.
Con ese planteamiento me había hecho mis cábalas y hasta estaba dispuesta a intentarlo, además el personaje me cae bien y estoy segura de que podría aprender algo.
En resumen, me preparé mi argumentario y como plantear mis condiciones laborales y ver la oferta en money en qué consistía.
Y no sé que pensar.
De entrada lo de 4 horas y desde mi casa, como que ya no. Resulta que ese puesto, para el que sí había pensado en mí el otro día, ya no es el más adecuado para mi persona.
No, lo que realmente le interesa es ofrecerme otro puesto, de bastante más nivel en su empresa, y muy, muy bien pagado, tengo que reconocerlo, pero ..... resulta que quiere dedicación completa, todos los días de la semana, y para qué me va a engañar, puede decirme que solo por la mañana, pero realmente al final todos los de su equipo se pasan allí el día y normalmente terminan a las 10 de la noche.
Y eso ya no me apetece nada. En este momento dedicar 16 horas de mi vida diaria a desarrollar el negocio de otro señor, pues, no, aunque la cifra que me ha ofrecido es realmente escandalosa, pero no..
Aunque tampoco se lo dije de plano, le dije que necesitaba unos días para pensarmelo, que en una semana le diría algo, por salir del paso, porque creo que él entendio perfectamente que le estaba diciendo que no, o quizás daba por hecho que le iba a decir que no y de ahí que no le importara ser generoso con la oferta. No lo sé. Yo sigo pensando que unas horas al día 3 o 4 días por semana me apetecen, otra cosa ahora mismo no, por mucho money que me ofrezcan.
Lo gracioso es que a partir de ese momento, ya en el café, y habiendonos tomado una buena botella de vino entre los dos, animados y con un ambiente estupendo, lógico en una amistad de bastantes años ya, cambió el chip y se puso a tirarme los tejos como en los viejos tiempos pero bastante más descarado.
Y asi le dije ¿mes estás tirando los tejos?, -naturalmente que sí, como no te los voy a tirar si estás guapísima, que cada vez te veo más joven, y yo risas, entre el vinillo y que el señor es educado, inteligente y divertido, y con menos posibilidades que ese tío de graná que tenemos todos.
Pero es irreductible al desaliento, así que paso los siguientes 10 minutos entre bromas y veras invitándome a cenar cualquier día, a tomar una copa, o a irnos de viaje. Le dije que a donde, de cachondeo, si es que me iba a llevar a algun sitio exótico, y me dijo que no, que como mucho a Toledo (más risas). También empezó a criticar mi reloj, diciendo que estaba anticuado (cachis mi viejo reloj de oro al que le tengo un cariño especial) y que parecía de mi abuela, que alguien me tenía que regalar otro. Sí, un Cartier, le dije yo. Eso es lo que estoy esperando que me regale alguien... Eso, un ático en el centro y un chalet en la sierra, pero no hay manera.
Asi que terminamos riéndonos los dos, y como no paraba me levanté con risas y lo dejamos así.
Que bichos son los hombres. Si no la puedo contratar, si no voy a sacar nada en limpio de esta comida, al menos a ver si esta tarde hay suerte y pasamos un ratito agradable.
Al final me he quedado sin saber si iba en serio con algo, con la oferta de trabajo, con el tirarme los tejos o simplemente estaba pasando el rato conmigo y nada mas.
No lo tengo nada claro, pero reconozco que me invitó a comer muy bien, me hizo reir y me subio la autoestima, así que yo también doy por bien empleado el ratito. Y la semana que viene le llamaré para decirle que no, a menos que se me encienda una luz y cambie de idea, que lo dudo.
5 comentarios:
Dicen que en Madrid se juega bien al mus, ¿no?.
Si, un juego que consiste en provocar, a ver que pasa, con lo que no tienes e intentando adivinar lo que va a hacer el otro.
Pues voy dada, porque el Mus se me da tan mal como la Bolsa.
Si finalmente aceptase su oferta (dudoso) y realmente no iba en serio, aparte de hacerme perder el tiempo quizás también me haría perder dinero (es complicado de explicar, pero así es..). Vale la pena el riesgo?
Si no la acepto quizás es la última oferta jugosa que voy a recibir. Una vez fuera del mercado ya no te conoce nadie y es volver a empezar desde 0.
Me voy a pasar el resto de mi vida haciendo manualidades y viviendo de las rentas?
Lo intento con otros, aún sabiendo que nadie me va a pagar muy bien por trabajar muy poco?
Me paro, me dejo ir, e intento que mis otras cosillas empiecen a funcionar a su ritmo, sin prisas pero sin pausas?
Me compensa volver a trabajar 16 horas diarias y prescindir del gimnasio, de volver a salir con los amigos, volver a comer en casa con mi familia y tener tiempo para mi misma si tampoco me hace tanta falta el dinero?
Me compensarán las relaciones sociales (cutrecillas como siempre) que tendré con un trabajo asi frente a las que puedo tener si me dedico a la vida muelle, los cócteles, las presentaciones de libros, los desfiles, etc... etc....?
Este mus es muy complicado para mi. Creo que tengo que darme más tiempo.
Algún consejillo?
Pues si. Y que conste que no solo es consejillo sino que es lo que hice..
*Si sales del mercado, dedícate a hacer calceta. O a rezar a San Apapucio, ¡qué tiene guasa!.
*Hasta entrado el siglo XX, la gente bien "no daba palo al agua". Así que vivir de las rentas, siempre que aguanten, no es malo. Eso si; solo si sabes divertirte y tienes un grupo de amigos en iguales condiciones, no como los míos -que son unos "pringaos"-.
*Es genéticamente imposible que te pares.
*Solo un babión -Santander dixit- se siente a gusto trabajando más que librando.
El trabajo es un castigo divino (Gen.3,19)
*El trabajo no asegura amigos, solo coincidentes, muchos competidores y, a veces, algún compañero.
Bien.., el resto... La moderna prospectiva se desarrolló durante la Segunda Guerra Mundial, en el Teatro del Pacífico.
A un colega, almirante de la U.S. Navy por más señas, le encomendaron invadir una isla.
Para llegar allí con su fuerza anfibia podía utilizar dos rutas: Una al norte del archipiélago y otra al sur. Una era más larga, pero sus puñeteras condiciones meteorológicas hacían suponer que no sería descubierta con facilidad la operación.. Seguridad.
La otra, más corta, permitía ir "full ahead" intentando obtener la sorpresa.
Y el colega se puso a ganarse el jornal. Y nos lo ganamos en soledad, decidiendo que es lo mejor que nuestra gente puede hacer. Y doblando la espalda por lo que pesa eso.. Y sabiendo que solo tiene razón el que gana.
Reunió a sus "advisors" de Estado Mayor y les puso a trabajar: Quiero información y análisis, que eso es el poder.
Y le pusieron delante de sus excelentes narices una decisión prospectiva de el máximo de los mínimos.
O sea; desdeña la tragedia y el premio gordo de la lotería, que no estamos para chuflas.
Y de lo queda, los mínimos que no sobresalen especialmente, quédate con lo que ofrece la máxima rentabilidad.
La operación fue un éxito. Y la organización y la logística ganaron la guerra.
Suerte. Vista. Y al toro...
¡Ah!. Se me olvidó. La ruta corta ofrecía habitualmente un tiempo de "sol y moscas", por lo que los japoneses podrían descubrirlos nada más desatracar de sus bases.
O quizá no...
Pero muy probablemente si...
Y la sorpresa gracias a la velocidad podía convertirse en todo lo contrario.
O quizá no...
Y si..
Y no...
¡Que nos pagan por decidir, amigo!
Tienes razón. Llevo toda la semana dándole vueltas, unos días que sí, otros que no...
Pero finalmente le voy a decir que no. Le llamaré y le agradeceré su generosa oferta, pero le diré también que no quiero trabajar más que por las mañanas, aunque gane bastante menos, porque no quiero dejar de lado otras cosas que quiero hacer.
Quizás ahora me ofrezcan menos rentabilidad esas otras cosas, pero me apetecen más y quizás a medio plazo terminen produciendome más que trabajar nuevamente como empleada para una empresa ajena.
Y si no es así, pues da igual.
No quiero renunciar a vivir, al menos la mitad del día. El dinero es importante para mi, pero mi tiempo, aunque sea para aburrirme, es más importante en este momento.
Asi que a esperar a que salga otra cosa que se ajuste más a lo que quiero hacer.
Ya tienes una pringaa más en tu grupo de amigos que viven de las rentas. Aunque quizás aprenda a vivir... je, je, je..
Siempre me puedes dar una lecioncita de vez en cuando, no? mister...
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