
Esta noche he soñado con mi vida anterior.
Estaba en mi bonito chalet, con invitados, un montón de cosas que hacer, y para acabar la faena mi hijo pequeño rompió una maceta en medio del pasillo y llenó todo de tierra. Le di tres azotes suaves en el culete para supiera que aquello no estaba bien (tenía dos años quizás) y le sacudí con cariño el pijama que se había embadurnado con la tierra de la planta, y me sentí agobiada otra vez. Era imposible terminar en aquella casa.
No era fácil.
De Lunes a viernes trabajaba como ejecutiva de alta dirección en una gran empresa, con unos cuantos miles de millones de pesetas y con muchas personas bajo mi responsabilidad, que si ventas, que si gastos, que si comisiones, que si allí había problemas con un tema, que si alguien se estaba pasando de listo, que si vienen los de Madrid, etc... etc... Un trabajo que a cualquiera de mis compañeros le requería toda su atención y energía.
Pero a mi no. Necesitaba otro tanto de energía además para llevar mi casa y a mis hijos.
Me levantaba a las 7,30. Arreglaba a mis hijos, les preparaba el desayuno, y a las 8,30 salíamos todos.
Estaba en la oficina hasta las 2, volvía a casa (más o menos 20 minutos en coche desde la oficina hasta nuestro chalecito que hacía 4 veces al día) preparaba la comida para mí y mi marido porque los niños habitualmente comían en el colegio, y después de descansar apenas 20 minutos después de recoger los platos, etc... etc... a las 16:30 volvía a la oficina, hasta las 7 de la tarde.
Cuando llegaba a las 19:30 más o menos (si no había follón en el trabajo o a mi jefe de esa época no le encantaba poner reuniones hasta las 9 de la noche que también los he tenido a menudo y los he odiado infinitamente, nunca entenderán cuanto) ya estaban los niños en casa, Mi marido los había recogido, o la asistenta según la época, o simplemente venían solos cuando ya eran un pelín mayores.
Entonces tocaba escucharles a todos, yo mejor me callaba mis historias, solo faltaría que les fuese a calentar la cabeza.
Mi ex aprovechaba para ponerme al día de como iba el mundo, o de sus problemas en el trabajo, lo harto que estaba de su jefe, compañeros, etc... etc.... y los niños simplemente querían estar un rato conmigo y yo con ellos. A menudo había competencia y me sentía como Marge la de los Simpson con todos queriéndole hablar a la vez y a punto de volverse loca, pero bueno, eso era agradable al fin y al cabo.
Después tocaba ayudarles con los deberes, hacer la cena, recoger, acostarles y a las 10 de la noche más o menos estaba suspirando por poder meterme en la cama un rato con un libro y descansar un poco. Casi nunca lo conseguía hasta las 11 pero......
Mi ex se quejaba y con razón, me decía, solo vienes a casa para dormir. Ya..... Simplemente ¡¡yo solía estar hecha polvo todo el tiempo!!
El fin de semana era un poco mejor, pero no mucho.
El sábado por la mañana tocaba gran compra, eramos 4 en casa, y a menudo alguno más invitado, familiar, etc..... Después de conseguir levantar a los niños a una hora razonable para un sábado, vestirlos, y ponerlos en el coche nos ibamos al maldito Carrefour, Alcampo, o lo que tocara. He llegado a odiar los grandes centros comerciales por el agotamiento que me producían.
Llega, aparca, sujeta a los niños, pilla el carro (nunca llevas la dichosa moneda encima), haz la compra sujetándolos a todos mas o menos, haz la cola correspondiente del sábado y vuelve a casa sobre la 1 más o menos de mediodía.
Ya solo faltaba ordenar todas las compras, preparar la comida, terminar de arreglar la casa si por la mañana no te había dado tiempo a hacer las camas, etc.. etc... poner la última lavadora o sacar de la secadora la que fuera. En Galicia siempre llueve, el ambiente está siempre húmedo, y es imposible que se seque la ropa de cuatro personas en un tiempo razonable. Siempre había colada pendiente.
Si eras capaz quizás a las 4 de la tarde habías terminado más o menos de darles de comer y recoger un poco todo, e incluso después de pasar la última fregona por la cocina, podías sentarte a tomar tu café en la terraza con un poco más de tranquilidad (en ese momento es en mi sueño cuando mi hijo rompe la maceta y yo ya estoy agotada de toda la mañana a carreras....)
Después la tele un rato (para mí la siesta del sábado empezó a ser una auténtica necesidad, lo cual reforzaba el argumento de mi ex: solo vienes a casa a dormir...). A última hora de la tarde nos íbamos a dar un paseito como una familia feliz (realmente era así, yo estaba feliz, aunque agotada físicamente) y a la vuelta otra vez las cenas, etc... etc...
El domingo nos permitía salir un poquito por la mañana al vermut, pero también tocaba ordenar y recoger un poco más a fondo. Teníamos una asistenta, que venía unas horas a la semana, pero siempre había trabajo en casa. Y el domingo por la tarde habitualmente me tocaba la plancha.
Odio la plancha, odio poner lavadoras, tender y recoger la ropa, doblarla, clasificarla y colocarla. Aunque es un tarea relajante ahora mismo, pero siempre la he vivido con ansiedad.
Es sencillo, 4 personas x 7 pares de calcetines como mínimo son 28 pares de calcetines, 28 camisas, 28 camisetas, 28 juegos de ropa interior como mínimo, 3 juegos de sábanas, tropecientas toallas, más de tropecientos trapitos de cocina, 10 - 15 pantalones, faldas, etc... una semana con otra me tocaba mover del orden de 150 prendas para arriba y para abajo.
Recuerdo que los domingos por la tarde solía estar histérica, era mi peor día y podía morder a alguien a la menor. La razón empezó a estar clara con el tiempo, era se supone mi mejor día de la semana y otra vez terminaba agotada.
Las diversiones se reducían a la TV (ahora no la pongo casi nunca, y como mucho veo las noticias), un paseíto los sábados y los domingos por la tarde, y los minutos que robaba antes de dormir para leerme una novela y abstraerme un poco de la rutina diaria.
Soñaba a veces con coger una maleta, solo una maleta e irme a la otra punta del mundo, dejar trabajo, familia, pero al mismo tiempo dejar tanto peso que llevaba encima.
Pero a pesar del esfuerzo, que creo que hacía por hacer bien algunas cosas, la sensación de fracaso era permanente:
no era la mejor esposa (mi ex no estaba muy feliz y además no paraba de quejarse de que no le dedicaba suficiente tiempo),
no era la mejor madre (mis hijos me dicen que se han criado con el Televisor de niñera),
tampoco era la mejor profesional (mi jefe me recordaba de vez en cuando que había un montón de hombres deseando ocupar mi puesto y esperando que yo tirase la toalla)
no era la mejor mujer (ni tenía tiempo para arreglarme más, ni ganas, así que me sentía como una maruja y me veía como tal). Pero a pesar de todo aguanté así muchos años.
Y un día decidí que no podía más, y me cogí la maleta, los dos niños, uno de los perros y me fui.
Gané tranquilidad, al llegar a casa dejé de tener broncas y quejas, gané tiempo para mis hijos, el que estaba en casa era todo para ellos si lo querían, gané trabajar menos, cocinaba menos, limpiaba y planchaba menos, y el tiempo que me quedaba libre era para mí de verdad.
A cambio cuando tengo gripe yo solita me tengo que preparar la leche (mis hijos ya son mayores y normalmente no están) y para divertirme he optado por coleccionar amigos. Támbién tengo más deudas (una hipoteca después de los 35 ya no es lo mismo y menos en Madrid)
No sé si he ganado o perdido en el cambio. Solo sé que no podía más. Eso sí, siempre tendré el sentimiento de culpabilidad de haberlo hecho también mal en este caso, yo sola decidi destrozar una familia (palabras de mi ex), alguien superior me castigará por todo el mal que le he hecho, etc... etc... porque eso solo son las cosas amables que le he escuchado. Las demás no vale la pena escribirlas.
Pero yo solo tenía clara una ecuación en mi cabeza: Media vida dedicada a mis hijos, a mi marido, a mi trabajo, ..... intentando hacer todo lo que estaba en mi mano para hacerles felices a todos. Y en su caso no lo conseguía de ninguna forma. Ahora me tocaba empezar a pensar en mi.
Justo cuando me separé publicó Forges el chiste de arriba, y me vi tan representada que lo enmarqué y es uno de mis amuletos en mi nueva vida.
2 comentarios:
Julia, amiga, ¿te das cuenta?.
He releido el "blog"..
Otros artículos tuyos me han hecho sonreir; alguno me ha enternecido; de lo que decías en aquel otro dsicrepo..
En este te he sentido real, físicamente real...
Y a qué se me ve atractiva en la viñeta de Forges?
Los problemas sentimentales de mi mejor amiga con su novio desataron mi ira contra el machismo consuetudinario..... y .... me salio de carrerilla el artículo. Intentaré controlarme mejor.
En fin...
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