Hoy estuve viendo al Super de nuevo. Hace un par de años que no trabajábamos juntos, pero las vueltas de la profesión han hecho que otra vez esté ahí, a tres manzanas de mi trabajo y volviendo a ser mi Super, o el jefe de mi jefe..
Hace más de 8 años que me lo presentaron y recuerdo perfectamente el día que le conocí porque también en su caso (con mi gran amor me pasó lo mismo) ese día me enamoré de él.
Vino a verme a mi garito personal, con su estilo sencillo, humilde, respetuoso, natural (excelentemente ensayado) y con ese encanto especial que hace que sea el mejor “encantador de serpientes” que he conocido hasta ahora y se me ganó. A partir de ese momento,”lo que tu digas Super”.
Me converti en su mayor fan y defensora a ultranza, y se convirtió profesionalmente en mi referente y mi mentor, aún no sé si para bien o para mal, porque si hasta entonces yo también había ido escalando peldañitos, desde entonces ahí me quedé clavadita en mi escalón de por vida a lo que parece, y en gran medida gracias a su buenas o malas artes.
Pero es el hombre perfecto: alto, fuerte, ojos expresivos, sonrisa contagiosa, simpático a morir, guapo, guapo, de verdad (ahora George Clooney le gana, pero cuando yo le conocí, no sé....) apasionado en sus expresiones, defensor de los débiles, íntegro tanto en palabras como en obras (y le conozco bastante creo), con un carácter fuerte que es capaz de ser una tormenta ambulante y soltar rayos y centellas en medio de un grupo poniendo a todos firmes, emocionar a todo el mundo con una de sus llamadas al corazón (es un profesional manejando las emociones ajenas), o hacernos reir con una de sus bromas siempre originales. Dicen que todo lo que suelta, espontáneamente en cualquier ámbito, lo ensaya tropecientas veces antes. Y me lo creo después de haberle visto repetir el mismo mensaje, con la misma y exacta, palabra por palabra, espontaneidad en ámbitos distintos, y siempre convenciendo y encandilando al personal.
Y en estos años le ha ido muy bien, poquito a poquito, escalón a escalón y ahí está de Super con las mismas energías de siempre, arrastrando voluntades y provocando la admiración de ellos y como no, de ellas.
Hoy le miraba tranquilamente, sin emoción alguna ya, y sigo pensando que todavía es mi hombre perfecto, uno de los poquitos capaz de producirme admiración todavía, y que es mejor que estemos lejos, al menos a dos cuadras, porque sigue siendo peligroso para mí, y quien sabe si también yo para él.
Y es que el Super es humano. Debajo de esa pantalla de hombre perfecto, luchador, inasequible al desaliento, recto como pocos, dedicado al trabajo y a su familia como ninguno, hay un hombre como los demás, con sus mismas debilidades.
Y como es humano, y muy atractivo, y no es tonto, cuando nos conocimos debio ver en mis ojos algún brillito de admiración, y como yo tampoco estaba del todo mal entonces, y estaba tramitando mi divorcio, y por lo tanto emocionalmente echa polvo necesitando cariño y apoyo emocional, se le ocurrio lo mismo a que muchos otros.
Y cariñosamente, preocupándose por mis problemas hasta el punto de llamarme día sí, día no (mi gran amor le ganaba entonces, él me llamaba todos los días), ofreciéndome su hombro virtual por teléfono para llorar, escuchando mis cuitas de mujer asustada que tenía que enfrentarse a una nueva vida sola, poco a poco se fue ganando mi confianza y fuimos intimando hasta el punto de convertirnos, creía yo, en buenos amigos.
Durante meses tuve el corazón partío. Por una parte mi cabeza me llevaba al Super, el hombre perfecto, de mi misma pasta, con el que podía entenderme sólo con una mirada (todo el mundo se entiende con él, es un artista), y a veces soñaba con una relación idílica con él que para mí sería perfecta. Tal como se comportaba, con cariño, con ternura, con comprensión, preocupándose por mi, y sin más, era mi hombre ideal, excepto por tres pequeños detalles: su mujer, sus hijos y su amante (de la que me habló en una de nuestras sesiones de llorarnos juntos en el hombro)
Pero además de mi cabeza, el resto de mi cuerpo, mi fuerza vital, me llevaba a mi gran amor que por otra parte no perdía comba y estaba absolutamente pendiente de que la caza no se le despistara. Y como además por allí no había mujer (solo algunas ex) ni amante (confesada, de las otras también había pero yo no lo supe entonces) la elección fue sencilla.
Aunque el Super no desistía. Así durante algunos meses, años, siguió intentando convertir aquella amistad platónica en algo más íntimo y satisfactorio sin que a mí me llegase a convencer la alternativa, aunque nunca la descarté del todo en la cabeza. Me decía, bueno, con el tiempo, si finalmente deja a su señora, me lo pensaré. Pero ahora ni hablar, demasiada gente, mujer, amante, hijos, y con lo que trabaja, que yo lo veo, a mi me tocarían 10 minutos a la semana a las 6 de la mañana, y no.... Hasta que un día en un arrebato de sinceridad le confesé que estaba enamorada (del otro) y como se conocían, a partir de ese momento se contuvo y hasta en Navidad me preguntaba que tal nos iba juntos. Lo sentí, porque su acoso era como quien no quiere la cosa, sí, pero no, y no molestaba mucho al mismo que me subía la autoestima. Pero como mi cabeza daba muchas vueltas, y también tenía mis dudas, así estuvo mejor y lo dejamos estar los dos.
Por aquel entonces también me hizo alguna barrabasada desde el punto de vista profesional, justificándola con el exceso de cariño y preocupación por mi carrera, pero realmente creía yo, porque no quería perderme de vista en aquel momento, y prefería atarme cortita antes que permitir que me alejara de él. Tu ahí quietita, que estás muy bien, y yo sé lo que te conviene. Resultado, 8 años sin un puñetero escalón. En algún momento llegué a aborrecerle, y me puse borde, y por el camino entre unas cosas y otras dejamos la amistad y hemos estado años casi sin hablar. Pero, vale.
Y aquí está de nuevo, con el pelo más blanco, bastante más fondón, todavía muy atractivo e igual de encantador, con mucha más sabiduría y sin mirarme tan siquiera durante toda la hora que le he tenido enfrente de mi. Y yo no le he quitado ojo, así que sé que no me ha mirado, y estaba a dos metros de él, frente a frente, sin nada en el medio. Creo que ha mirado a todo el mundo menos, justamente a mí.
Me pregunto si siente vergüenza por haber actuado como un vulgar Don Juan que utiliza su posición para intentar ligarse a las pobrecitas chicas desamparadas, si al verme se acuerda de que su imagen de persona íntegra y con una gran sentido de la ética en ese ámbito en concreto es puro barro y yo lo sé y él lo sabe, si prefiere hacer como que no existo porque algo le sigue atrayendo hacia mi, o simplemente quedó tan harto de mi que no quiere ni verme. Al marchar, y cuando yo estaba de espaldas (ya es la segunda vez que lo hace en un mes) pasa por mi lado como una tromba y me da un toque en el hombro mientras me saluda y sale disparado. Hola Super, le dije, casi sin mirarle (tanto daba porque él ya se había ido) y segui hablando con mi colega.
No lo sé, pero creo que es mejor que estemos a dos metros solo de tarde en tarde, y rodeados de bastante gente, porque ahora que mi gran amor ya no está por aquí, y teniendo en cuenta que me sigue pareciendo el hombre perfecto, quizás me liaría la manta a la cabeza y me daría el gusto de ser, al menos durante un tiempecito, la otra amante de mi hombre perfecto, la de las 6 de la mañana.
Claro que estos 8 años a él le han puesto canas y tripita pero tampoco para mi han pasado en balde y probablemente ahora esté ocupado con otras conquistas más jóvenes. Menos mal, porque a veces pienso que soy como dice Georges Clooney, incapaz de ser fiel, al menos en pensamiento.
viernes, marzo 17, 2006
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3 comentarios:
No hay nadie fiel en pensamiento..
Es antinatural. Vivimos deseando..
El "poblema" es que hay muy poquita gente gozada. Desde muy jovencitos meten "presión a la caldera" a base de deseos insatisfechos y de decisiones frustrantes.
La cuestión es como conseguir pensar "¡que maciza!", sin sentir necesidad de ...
Y paréceme a mi, querida Julia, que sí el super lleva tantos años persiguiendo mozuelas no será tan feliz como parece...
Y quien no es feliz, lo tiene crudo para hacer feliz.
Y a estas "canosas" alturas, también para conseguir de tí aquello de ¡¡¡si, si, si, así, así,..!!!
(Gana el Madrid.. ¿Qué pensabas, picaruela?)
Yo.....? nada...
Me has recordado un viejo chiste:
Qué dicen las inglesas?
¡ good, good, very good....!
Y las francesas?
¡Bien, bien, trés bien.... mon amour..!
Y las españolas?
¡ Azul, creo que tendríamos que pintar el techo de azul !
¡Pepe, tranquilo, qué te acaloras!.
Los dichos populares si que reflejan la realidad y no las encuestas..
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